jueves, 24 de julio de 2014

EL MUNDIAL DE LA EDUCACIÓN

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Terminó el mundial de fútbol, pero mucho más importante que este es el mundial de la educación. Una vez cada tres años la OECD conduce los exámenes PISA (Programme for International Student Assessment) en 65 países que abarcan el 90% de la población del planeta. Esta contienda es la que permite mostrar no sólo cuáles países son los que tienen mejores sistemas educativos sino también cuáles están mejorando y cuáles empeoran. Los test miden el pensamiento crítico en matemáticas, la capacidad de discernimiento en la lectura y el nivel de conocimientos en ciencias. En los tres casos, los finalistas del mundial serían Coréa y Japón y el tercer puesto se disputaría entre Holanda, Bélgica y Alemania, que habría ganado por penales a EE.UU., Inglaterra o Francia.


En el gráfico que acompaña esta nota, elaborado por www.graduateXXI.org podemos observar que Argentina no pasaría la etapa clasificatoria en ninguno de los tres niveles. Así quedamos en el puesto 61° sobre el total de 65 países en lectura; estamos en el puesto 59 en matemáticas y apenas mejor en ciencias en el puesto 58. Es decir, en todos los casos estamos en el último 10% del planeta.

El nivel de educación de toda América Latina está en el último quintil del mundo entre quienes toman el test (faltan datos sobre todo de África). Y el deterioro del sistema argentino es tan lapidario que ni siquiera dentro de Latinoamérica Argentina hubiera logrado pasar las eliminatorias si fuera un torneo equivalente al del mundial de fútbol.
Según los exámenes de PISA, en promedio la Argentina se ubica en el puesto 59° y en la última década caímos del primer lugar al 6° entre los ocho países que toman el test en América Latina.
Esto es aún más grave si consideramos que se ha duplicado el gasto en educación, medido en términos de PIB, en esta última década de expansión presupuestaria récord.
De este modo, nos vemos obligados a concluir que para mejorar la educación tenemos que hacer un cambio profundo de sistema. No habrá una mejora substancial por gastar aún más dinero, ni siquiera por tener más maestros (hoy tenemos proporcionalmente el doble de maestros que Australia), y me parece que tampoco tiene relación directa con las horas de clase.
Si además, comprendemos que el mundo está sufriendo un cambio vertiginoso en la forma de educar, gracias a las nuevas tecnologías, al avance de las neurociencias, al hecho que hoy sabemos que hay decenas de tipos de inteligencias diversas y decenas de maneras de enseñar que pueden aplicarse con diferentes resultados a los diversos niños. Entonces, podremos concluir que no podemos volver hacia atrás para encontrar la solución, y que tampoco existe un modelo óptimo de educación para todos, sino que debemos tener un sistema que permita desarrollar diversos modelos educativos que amplíen la oferta para que sean los padres quienes decidan cuál es la mejor educación para sus hijos.
Este tipo de sistemas requieren al menos tres reformas fundamentales:
1)      Que las decisiones se tomen a nivel de cada escuela, donde debe existir un gobierno tripartido dirigido por un director/a, los maestros y los padres de los alumnos.  Y que el director recupere la posibilidad de contratar maestros y despedir sin causa, al menos un 5% de los maestros por año, de modo de dotarlo de mayor flexibilidad para mejorar su establecimiento.
2)      Que el financiamiento estatal siga al alumno, si el padre decide cambiarlo de escuela el cheque del Estado pasa al nuevo destino.
3)      Que se tomen exámenes censales a todas las escuelas y todos los alumnos.
El nuevo modelo entonces permitirá que los más de 50.000 establecimientos educativos compitan para ver cuál funciona mejor.  Podremos ver no sólo el nivel de cada escuela y cada maestro, sino cuáles mejoran más rápido. El Estado colaborará con los padres para que puedan tomar la mejor decisión de a dónde enviar a sus hijos.  Las escuelas que estén en el tercio superior de los exámenes tendrán cada vez mayor libertad de acción, mientras que el Estado concentrará la labor de asesoramiento para el mejoramiento educativo en las escuelas que se encuentren en el tercio inferior de los resultados. A su vez, el Estado promoverá replicar las mejores prácticas de las mejores escuelas, por ejemplo, publicando los consejos de las directoras de las 10 escuelas que más hayan mejorado las calificaciones de los alumnos. Es decir, teniendo en cuenta la mejoría y no sólo el nivel.
Ha llegado la hora de debatir el mejor sistema educativo para la Argentina, evitando todos los comentarios nihilistas que repiten conceptos como “eso parece interesante y funciona en muchas partes pero en Argentina no se puede”. Se puede y debemos hacer el cambio.
Urge cambiar de modelo porque las generaciones que empiezan hoy su educación, entrarán al mercado laboral en el 2034, y para ese entonces, la industria estará expulsando empleo humano, reemplazado por los robots, mientras que se multiplicarán los empleos en los servicios, en la industria del entretenimiento, el turismo, las artes, donde se requerirán personas  que hayan desarrollado diversas capacidades como su creatividad, imaginación, inventiva, su dominio de diferentes lenguas, en especial el inglés, la inteligencia emocional, y espiritual, entre otras.

jueves, 17 de julio de 2014

EL 92% DE LOS DOCENTES NO SABEN CÓMO AFRONTAR HECHOS DE VIOLENCIA REITERADOS

La violencia en el ámbito escolar preocupa a docentes, sindicatos y autoridades. En medio de la creciente difusión de casos, una encuesta realizada en abril pasado por la Unión de Docentes Argentinos (UDA) revela que siete de cada diez docentes tuvo conocimiento de algún hecho de violencia en el establecimiento en el que trabaja.
La consulta del sindicato –que releva esta problemática en las escuelas públicas desde 2010, e incluso presentó en la Cámara de Diputados una iniciativa para crear un equipo interdisciplinario para erradicar la violencia en el ámbito escolar– contó con el testimonio de 8.800 docentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de provincia de Buenos Aires, así como también de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Misiones, Formosa, Chaco, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, San Juan, Mendoza, San Luis, Tierra del Fuego y Córdoba.
Ante la consulta sobre si fueron testigos o tuvieron conocimiento fehaciente de algún acto de violencia en los establecimientos donde trabajan, el 73% de los encuestados aseguró que sí. Pero lo más grave es que ante la pregunta acerca de si se encuentran preparados para hacer frente a este tipo de situaciones cuando son reiteradas o extremas el 92% dijo que no, dado que excede su formación.
“Tenemos que hacer un esfuerzo para que esto funcione y darle herramientas al docente para que pueda realmente desenvolverse”, señaló Sergio Romero, secretario general de UDA, en referencia a la Guía Federal de Convivencia Democrática que lanzó el Ministerio de Educación.
Las cifras demuestran que este tema es hoy una de las problemáticas más urgentes a resolver dentro de las instituciones educativas. El 54% de los docentes consultados consideró muy preocupante la violencia en los colegios, el 26% preocupante y un 12% sostiene que es un tema medianamente preocupante. Sólo el 8% no manifiesta intranquilidad al respecto.
Casos. En la Escuela César Humberto Casiva, de Las Heras, Mendoza, la comunidad educativa se encuentra a la espera de respuestas luego de lo ocurrido el miércoles 7 de mayo, cuando la madre de un alumno agredió físicamente a una preceptora a la que ya había amenazado diez días antes, tras enterarse de que su hijo podía recibir el pase a otra escuela por llevar un arma blanca al establecimiento educativo.
“La reacción agresiva se viene incrementando, pero éste es el primer hecho de violencia física de un padre hacia un docente o auxiliar docente. Son frecuentes los casos de violencia entre los alumnos y también de amenazas de parte de los alumnos a los docentes”, explicó a PERFIL Carolina Defilippi, coordinadora pedagógica de la institución, quien agregó que la preceptora agredida se encuentra afectada psicológicamente y con licencia.
El 10 de mayo de 2010,  la maestra Sandra Farías fue agredida por un alumno de primaria en la escuela Nº 57 de Colonia Urquiza, La Plata. “Con la primera trompada que me dio me noqueó, y a partir de ahí todo lo que puedo contar es lo que me narraron mis compañeras. Fui al hospital, pero cuando empecé a contar lo sucedido no recordaba una buena parte. Me internaron porque había tenido un traumatismo de cráneo. La rodilla nunca más la recuperé, sigo con dolor hasta ahora y me operaron”, relató la docente a PERFIL.
La nueva guía que lanzó el ministerio (ver aparte) aborda estos temas. “El bullying es una definición incompleta del problema, porque la discriminación no es bullying, pero en la escuela se trabaja para la no discriminación, la Guía habla sobre esto. Y también se refiere a situaciones de violencia de alumnos contra algún docente, alguna mamá contra alguna maestra o un maestro. También nos metemos con eso. La escuela debe prevenir y debe intervenir en cualquier situación que exista”, expresó el secretario de Educación de la Nación, Jaime Perczyk.
“El punto es cómo convivir. Siempre en la sociedad hay conflictos. Hay dos modos de resolverlos. Por medio del diálogo, de los acuerdos, de entender que uno muchas veces tiene que ceder y que la opinión de uno no es la única que vale. O por medio de la violencia, que puede ser física o simbólica. La violencia simbólica no es menor, es muy grave también”, expresó  Silvina Gvirtz, ex directora de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires y directora ejecutiva del programa Conectar Igualdad. La especialista, además, advirtió sobre las consecuencias físicas y psicológicas que la violencia produce en los educadores: “Es un docente que se pierde para la escuela”.